Walking meetings: moverse también es una herramienta de salud laboral

por | Nov 17, 2025

Cada vez que encadenamos tres videollamadas seguidas y almorzamos delante del ordenador, el cuerpo nos lanza un mensaje que solemos ignorar: esto así no es sostenible.

En España, según la Encuesta Europea de Salud, un 27,4% de las personas de 16 y más años se declara sedentaria en su tiempo libre, y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo recuerda que la mayoría pasamos entre 8 y 13 horas al día sentados, sumando trabajo y vida personal. En sus notas técnicas más recientes, el INSST advierte que las posturas sedentarias en el trabajo se asocian a un aumento de la prevalencia y mortalidad por trastornos cardiovasculares, a más obesidad, diabetes tipo 2 y problemas musculoesqueléticos, sobre todo lumbares.

No hablamos solo de comodidad, hablamos de salud. Y en ese contexto, los walking meetings —las reuniones caminando— empiezan a asomarse como una herramienta sencilla, casi humilde, pero muy potente para los profesionales del bienestar que quieren pasar del “sabemos que hay que moverse” al “vamos a integrarlo en la jornada real”.

La buena noticia es que no se trata de una moda de Silicon Valley sin respaldo científico. La Organización Mundial de la Salud insiste en que la inactividad física y los hábitos sedentarios elevan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, algunos cánceres y mortalidad prematura, y mantiene su recomendación de al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada para adultos.

En su guía de 2023 para pymes europeas, la oficina regional de la OMS va más allá y propone “transformar tareas cotidianas en oportunidades para la salud”, citando expresamente las reuniones caminando como ejemplo de estrategia sencilla y adaptable para crear entornos de trabajo más activos. Es decir, no es solo “podríamos probarlo”, sino “esto encaja en una política seria de promoción de la salud en el trabajo”.

Lo que dice la ciencia sobre caminar y pensar

Cuando miramos la evidencia, el puzzle encaja. La investigación de Marily Oppezzo y Daniel L. Schwartz en la Universidad de Stanford demostró que caminar aumenta de forma significativa la generación de ideas creativas en tiempo real: en sus experimentos, el 81% de las personas incrementó su rendimiento creativo en una prueba de pensamiento divergente cuando pasaba de estar sentada a caminar.

La American Psychological Association, al resumir este trabajo, subraya que “caminar impulsa la ideación creativa en tiempo real y poco después”, independientemente de que se haga en interior o exterior. Y un reciente artículo en Psychology Today recuerda que la combinación de movimiento ligero y entorno agradable reduce el estrés laboral, ayuda a amortiguar síntomas de burnout y mejora el estado de ánimo durante la jornada.

En paralelo, un estudio publicado en 2024 en JAMA Network Open concluye que las personas que pasan la mayor parte del tiempo sentadas en el trabajo tienen un 16% más de riesgo de mortalidad por todas las causas y un 34% más de riesgo de muerte cardiovascular que quienes no lo hacen, incluso ajustando por otros factores.

El mensaje es claro: reducir tiempo sentado y abrir espacios de movimiento es una medida de prevención primaria.

Qué aporta realmente una reunión caminando

¿Y qué aporta específicamente la reunión caminando frente a la clásica sala de cristal?

Una revisión reciente sobre walking meetings publicada en 2023 en la revista Cities & Health señala que esta modalidad “puede contribuir a mejorar la creatividad, el diálogo y el bienestar, al tiempo que incrementa los niveles de actividad física de baja intensidad durante la jornada laboral”. En la misma línea, un documento de la University College London resume así la evidencia acumulada: “las reuniones caminando aumentan el pensamiento creativo, son más productivas y ofrecen beneficios de salud, inspiración y conexión, al romper barreras jerárquicas y espaciales”.

Caminar hombro con hombro, y no frente a frente, cambia el tono de la conversación: se suavizan las tensiones, se rebaja la defensividad y la escucha se hace más activa.

En el ámbito español, entidades de prevención también empiezan a poner el foco en esta herramienta. El INSST, en su cartel divulgativo sobre sedentarismo, recomienda explícitamente que “las reuniones, mejor de pie o paseando” como uno de los consejos para reducir el tiempo sentado.

Oportunidades y límites (y por qué no todo puede hacerse caminando)

Para los profesionales del bienestar laboral, los walking meetings abren una vía muy tangible para conectar la salud física, la salud mental y la calidad de las relaciones en la empresa. Tal y como recuerda la guía europea sobre actividad física en el trabajo, muchas pymes no pueden invertir en gimnasios internos o grandes programas, pero sí tienen margen para introducir microcambios organizativos que “integren el movimiento en los procesos cotidianos”, desde las pausas activas hasta las reuniones en movimiento. Y ahí está una de las grandes virtudes de esta herramienta: su coste económico es prácticamente nulo, pero obliga a repensar cómo nos reunimos, con quién y para qué.

Eso sí, el rigor también exige reconocer sus límites. Las evidencias y las guías coinciden en que las reuniones caminando funcionan especialmente bien para conversaciones uno a uno, revisiones informales, sesiones de feedback, seguimiento de proyectos o lluvia de ideas, mientras que no son adecuadas para revisar documentos complejos, trabajar con grandes grupos o manejar información confidencial en espacios públicos.

Como explica la OMS Europa, se trata de “estrategias creativas y prácticas que las organizaciones pueden integrar sin interrumpir su operativa básica”, no de sustituir toda la arquitectura de reuniones. En otras palabras, no todo tiene que ser un paseo, pero sí podemos preguntarnos qué porcentaje de las reuniones actuales podría salir literalmente a la calle.

Una forma diferente de conversar y cuidar la salud

Mirado desde la óptica del bienestar, el valor de los walking meetings va más allá de los pasos registrados en el reloj. Al invitar a un colaborador a caminar, le estamos enviando también un mensaje simbólico: “podemos hablar en otro tono, en otro espacio, a otro ritmo”.

Ese cambio de escenario facilita, según subraya la literatura científica sobre actividad física ligera, una mejor regulación emocional, un descenso de la tensión percibida y una mayor sensación de energía durante el día. Para muchas personas, especialmente en posiciones de alta exposición, una reunión caminando puede ser el único momento de la jornada donde el cuerpo entra en movimiento sin la etiqueta formal de “hacer ejercicio”.

Quizá la pregunta que conviene hacerse en las áreas de salud laboral no es si podemos permitirnos incorporar walking meetings, sino si podemos permitirnos no hacerlo. En un país donde sentarse más de siete horas al día se considera ya, según recuerda MC Mutual, un riesgo para la salud en sí mismo, independientemente del ejercicio que se haga fuera del trabajo, y donde cada hora extra de sedentarismo a partir de esas primeras siete incrementa el riesgo de mortalidad, romper la lógica de la silla se convierte en una responsabilidad organizativa.

Dar un paseo mientras hablamos de un proyecto puede parecer un gesto pequeño. Sin embargo, visto desde la evidencia, es una pieza más de un modelo de empresa que no solo habla de bienestar, sino que lo hace caminar.

Redaccion Mi Empresa es Saludable
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