La transformación digital no solo ha llegado al terreno del marketing o la cadena de suministro: también está redefiniendo lo que entendemos por salud, cuidado y bienestar laboral. En España, el reciente impulso al Anteproyecto de Ley de Salud Digital —cerrado el 20 de octubre para la presentación de alegaciones por la Asociación Salud Digital— marca un antes y un después en la regulación del ecosistema sanitario, con profundas implicaciones para las empresas y sus servicios internos de medicina laboral. Tal y como destaca el propio documento: “el objeto es regular la historia clínica digital interoperable, el uso de tecnologías digitales e inteligencia artificial en la asistencia sanitaria y extender esos derechos al sector privado”.
El texto, promovido por la Secretaría General de Salud Digital, Información e Innovación del SNS, busca garantizar que los ciudadanos —también en el ámbito privado— tengan control sobre sus datos de salud y acceso a una historia clínica digital interoperable. La Asociación Salud Digital (ASD), tras consultar a sus asociados, ha propuesto reforzar los plazos máximos de acceso, la trazabilidad de los usos de datos, la creación de un fondo estatal de cohesión digital y la incorporación de la privacidad “desde el diseño”. También plantea una figura de evaluación algorítmica en salud (EIA-Salud) que garantice que cada modelo de inteligencia artificial empleado en diagnóstico o prevención sea trazable, transparente y auditable.
Estas medidas buscan blindar la confianza ciudadana, pero también aportar seguridad jurídica a las empresas que ya integran herramientas de salud digital, desde apps de bienestar hasta servicios médicos corporativos. En paralelo, el texto propone un calendario progresivo para que los prestadores privados se incorporen a la historia clínica interoperable del SNS, extendiendo así obligaciones que hasta ahora solo afectaban al sector público.
Los avances tecnológicos ya están en marcha. En foros como Madrid Connect 2025 o Smart Health, celebrado en el Parque Científico de Madrid, startups y científicos mostraron cómo la inteligencia artificial, la biotecnología y los sensores están transformando la medicina aplicada. La empresa Nanological, spin-off del CSIC, ha desarrollado un dispositivo capaz de detectar sepsis en menos de 30 minutos mediante microfluidos e IA; Horus ML trabaja con algoritmos que anticipan patologías cardiovasculares; y Healthy Minds Analytics, dirigida por el neurocientífico Raúl Alelú-Paz, aplica modelos predictivos para detectar estrés o ansiedad antes de que se manifiesten.
“Convertir la salud mental en una cuestión de datos y prevención, no de reacción, es el verdadero cambio de paradigma”, explicaba Alelú-Paz durante el encuentro.
Estos avances ponen en jaque al marco regulatorio actual. Como recuerda la abogada Cristina Leube, especialista en derecho sanitario, “no existe una legislación firme y clara que promueva la transformación digital en sanidad; convivimos con un entramado de normas que deben armonizarse” . De hecho, el anteproyecto busca ordenar ese ecosistema, establecer la interoperabilidad obligatoria desde el diseño y fijar criterios para incorporar productos sanitarios digitales a la cartera básica del Sistema Nacional de Salud.
Impacto en el ámbito corporativo
Para los departamentos de bienestar y los servicios de medicina laboral, esta ley plantea tres grandes líneas de impacto.
La primera tiene que ver con el acceso, interoperabilidad y control de los datos de salud de los trabajadores. El Anteproyecto persigue que “todos los ciudadanos, tanto del ámbito público como privado, dispongan de una historia clínica digital interoperable” para asegurar continuidad asistencial y equidad en el tratamiento de sus datos. Para una compañía que gestiona salud laboral, esto implica revisar protocolos de consentimiento, privacidad y flujo de información, ya que los datos podrían integrarse en plataformas nacionales o europeas.
En segundo lugar, la norma adapta el marco español al Reglamento (UE) 2025/327 sobre el Espacio Europeo de Datos de Salud (EHDS), que regula el uso de datos electrónicos y algoritmos sanitarios. “El uso correcto del dato, la trazabilidad de los modelos y la evaluación del impacto algorítmico son requisitos fundamentales”, según la propuesta. Los servicios médicos internos deberán tenerlo en cuenta al implantar herramientas predictivas, apps de salud mental o sistemas de monitorización remota.
Por último, la ley extiende al sector privado las obligaciones de interoperabilidad y control que rigen en el Sistema Nacional de Salud. El anteproyecto propone un “calendario vinculante y progresivo para la incorporación de los prestadores privados a la historia clínica digital interoperable”. lo que obligará a revisar sistemas de información clínica, contratos con proveedores y estándares de seguridad.
¿Dónde hay riesgo? ¿Dónde oportunidad? El informe de EIT Health señala que, aunque España cuenta con políticas digitales maduras, “el marco legal para los datos de salud aún es insuficiente”. Para las empresas, esto significa que operar hoy con herramientas de salud digital supone actuar en un entorno de transición regulatoria, con riesgos asociados —privacidad, seguridad, consentimiento, gobernanza—. Pero también hay oportunidades. La incorporación de salud digital en el ámbito laboral abre caminos hacia la medicina preventiva, la monitorización de riesgos psicosociales, la personalización de los programas de bienestar y la mejora de métricas como compromiso, absentismo y rotación. Más aún: los cambios regulatorios pueden convertirse en una palanca para elevar la calidad del servicio y diferenciar el employer branding de la empresa.
Del control al acompañamiento: un nuevo modelo de bienestar
En este contexto, los departamentos de bienestar laboral están llamados a repensar su papel. La digitalización del historial clínico y la integración de sistemas traerán consigo la necesidad de revisar cómo se gestionan los datos de salud de los empleados, cómo se obtiene su consentimiento y cómo se colabora con proveedores externos.
El Reglamento Europeo del Espacio de Datos de Salud (EHDS), aprobado en 2025, establece los estándares de portabilidad, anonimización y trazabilidad de la información clínica que deberán aplicarse también en el entorno corporativo. A la vez, el propio Anteproyecto español insiste en la creación de un Plan Nacional de Capacitación en Salud Digital, que formará a profesionales sanitarios y, previsiblemente, a equipos de prevención y bienestar en empresas.
No se trata solo de incorporar tecnología, sino de formar una cultura del dato ético, de acompañar con conocimiento y responsabilidad.
La Agencia Española de Protección de Datos advierte de que los tratamientos de datos sanitarios deben regirse por el principio de minimización y consentimiento explícito. Y los expertos coinciden en que sin confianza, no habrá transformación digital sostenible.
La salud digital, en definitiva, no es solo una cuestión tecnológica, sino cultural. Exige pasar del control al acompañamiento, de la prevención reactiva a la anticipación inteligente, de los datos dispersos al cuidado conectado.
Hacia un nuevo paradigma del bienestar laboral
Para las empresaa el entorno regulatorio que se avecina genera una ventana de oportunidad única: converger el cuidado de las personas con la inteligencia del dato, la ética digital y la integración de la salud laboral en un marco global.
El reto es real: supone inversión, cambios culturales, gobernanza de datos, alianzas tecnológicas. Pero también el beneficio es claro: mejores métricas de salud y bienestar, mayor retención de talento, diferenciación de marca, y una organización más resiliente.
En un mundo donde la salud debería ser un derecho —y la salud digital un facilitador— las empresas que tomen hoy las decisiones correctas estarán preparadas para liderar el mañana. Porque al final, más allá del comité, del software o del sensor conectado, se trata de una convicción: ofrecer salud, en todos los sentidos, como parte fundamental del trabajo.






