Sabemos que la lectura es una magnífica aliada. De hecho, intentamos inculcar dicha práctica a los niños y niñas desde edades tempranas, pues conocemos sus efectos positivos sobre el desarrollo intelectual. Y parece que lo conseguimos, ya que los jóvenes se sitúan a la cabeza en lectura entre la población española. Pero ¿qué hay de los adultos?
Tristemente, son muchos los que pierden este maravilloso hábito. Los argumentos esgrimidos suelen ser la falta de tiempo o el cansancio, que empujan a una buena parte de ellos a transitar, a última hora de la noche, por el camino rápido de los vídeos cortos en Tik Tok o de las píldoras informativas de Instagram. También el estrés es una excusa habitual.
Sin embargo, la lectura tiene un efecto poderoso sobre dichos síntomas. Así pues, deberíamos combatirlos con un buen libro entre las manos, no alejándonos de ellos, tal y como aseguran quienes han indagado sobre los beneficios de la lectura.
Una base científica para la función terapéutica de la lectura
Leer libros no solo es importante para el desarrollo del lenguaje, el pensamiento complejo y crítico, o el poder de concentración. No solo contribuye a nuestro rendimiento académico y nuestras capacidades en el ámbito profesional. La lectura nos permite desarrollar habilidades sociales tan importantes como la empatía, pues nos acerca al otro, nos invita a ponernos en su lugar y a profundizar en las complejidades humanas. También favorece aquellas de carácter personal, como la creatividad.
Estas son razones poderosas, a las que han llegado diversos estudios científicos, para tomar un libro entre las manos. Pero hay más. Por ejemplo, la pura satisfacción que produce perderse entre las páginas de una novela, ensayo, relato corto, cómic o poema. Ese bienestar trasciende lo mental para permear en lo físico, especialmente si no se utilizan dispositivos como el smartphone o la tablet para entregarse a la lectura.
Según un estudio publicado por la Universidad de Sussex, en Reino Unido, en 2009, leer tan solo seis minutos antes de acostarnos puede reducir los niveles de estrés hasta en un 68 %*, resultando así este hábito más efectivo que el de escuchar música o caminar. Y no solo porque la lectura nos ayude a distraernos de nuestros problemas cotidianos, sino porque tiene un efecto balsámico sobre el organismo: reduce la frecuencia cardiaca y alivia la tensión muscular acumulada a lo largo de la jornada.
No es la única evidencia científica en torno al bienestar que proporciona el hábito de la lectura
Puesto que esta contribuye a aumentar nuestra capacidad de comprensión del ser humano, de la sociedad y del mundo que nos rodea, pone en nuestra mano nuevas herramientas para tomar decisiones adecuadas, vislumbrar problemas en el horizonte o resolverlos con mayor soltura.
Es decir, la lectura mejora la confianza en nosotros mismos, nuestra autoestima, tal y como apuntaban los doctores Francisco Lara y Ernesto Orozco, jefes de servicio de Neurología y Psicología Clínica del Hospital Quirón Salud Córdoba, el Día Internacional del Libro del pasado año. Y es que, como señaló Rubén Darío, “el libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento, y manantial del amor”.
*Dr. David Lewis “Galaxy Stress Research,” Mindlab International, Sussex University (2009).