Soledad, solitud y trabajo: el ruido que nos rodea y el silencio que necesitamos

por | Dic 1, 2025

Por mucho que vivamos hiperconectados, por mucho que el móvil vibre sin descanso y los grupos de WhatsApp nos mantengan en una conversación infinita, lo cierto es que cada vez nos sentimos más solos. Y en las empresas, esa soledad está pasando factura.

La última señal de alarma acaba de llegar del Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2025, elaborado por Fundación Mutua Madrileña y Fad Juventud. Los datos son difíciles de ignorar: el 87,5% de los jóvenes españoles ha sentido soledad no deseada en el último año, un salto respecto al 81,6% de 2023. Y un cuarto de ellos (26,5%) la experimenta de forma frecuente. La soledad ya no es un asunto privado: es un indicador de salud pública y, también, un desafío empresarial.

La salud no puede entenderse solo desde lo individual. Factores como la soledad o las desigualdades siguen afectando profundamente al equilibrio emocional”, recuerda Beatriz Martín, directora general de Fad Juventud, al presentar el informe.

Las empresas no pueden mirar hacia otro lado, porque la soledad—especialmente la no elegida—se cuela en los equipos, en la productividad, en la creatividad y en la convivencia interna. Y ahora las fiestas navideñas actúan como lupa: agrandan lo que ya está. La soledad no deseada se vuelve más evidente. La solitud se vuelve más necesaria. Las empresas, si quieren tomarse en serio el bienestar, deben anticipar esta realidad.

Porque el momento en que las luces brillan más, es también el momento en que más personas sienten el contraste.

Soledad no deseada: la epidemia silenciosa del entorno laboral

La doctora María Montero y López Lena, de la Facultad de Psicología de la UNAM, lleva décadas investigando este fenómeno. Define la soledad como un fenómeno psicológico multidimensional, subjetivo y potencialmente estresante, resultado de déficits afectivos, sociales o físicos, reales o percibidos. “La soledad negativa proviene de un desequilibrio entre lo que deseo como relación de afecto y lo que percibo”, explica. Ese desequilibrio, añade, “produce una sensación de vacío, de que te falta un vínculo”.

Lo terrible es que no hace falta estar solo para sentirse solo. Puedes estar en una oficina llena de gente, conectado a siete plataformas, entrando y saliendo de reuniones… y aun así experimentar ese vacío.

“No hay nada peor que sentirse solo en medio de las personas, ese contraste es angustiante.”, Montero y López Lena

La soledad no deseada adopta formas distintas según la etapa vital.

  • Jóvenes (15-29 años): Las cifras del barómetro lo confirman: casi 9 de cada 10 siente soledad. La incertidumbre, la comparación constante, la presión estética y la inestabilidad laboral se combinan en un cóctel difícil de sostener.
  • Adultez: El aislamiento no siempre es físico: es emocional. La doctora Montero recuerda que la soledad aparece cuando no somos capaces de consolidar redes sociales sanas o habilidades comunicativas funcionales.
  • Adultos mayores: Aquí surge otro prejuicio peligroso: “destinados a sentirse solos”. Pero la psicóloga insiste en que la soledad en esta etapa no debe verse como castigo, sino como oportunidad de reflexión y autonomía emocional, siempre que se cuide la calidad de vida.

El barómetro español confirma ese ruido emocional: cansancio, falta de energía, falta de concentración, tristeza. Todo ello muy por encima del 40%. Señales inequívocas de que las personas están, literalmente, desbordadas por dentro.

La paradoja del smartphone: más conexión, menos compañía

Las redes sociales prometieron comunidad.
Los smartphones prometieron proximidad.
Ambos han cumplido… solo a medias.

Estamos permanentemente expuestos, permanentemente accesibles y permanentemente comparándonos. Según el barómetro, el 35,9% de los jóvenes se preocupa mucho o bastante por lo que piensen los demás de su aspecto físico, un dato que ha aumentado casi 16 puntos desde 2023. La presión social ya no es un factor externo: es una notificación más en el móvil.

Pero esa hiperconectividad tiene un precio. Vivir rodeados de inputs nos ha vuelto expertos en comunicarnos… y más torpes para convivir. Perseguimos cualquier estímulo —un comentario, un like, un mensaje— para evitar quedarnos solos ante el silencio. Para evitar estar con nosotros mismos.

Y aquí aparece la primera clave que los programas de bienestar laboral deben abordar: No podemos relacionarnos con los demás de manera saludable si no sabemos estar a solas con nosotros mismos.

Solitud: la soledad que sí suma

La misma investigadora introduce una distinción imprescindible para la empresa del siglo XXI:

  • Soledad no deseada: carencia, vacío, sufrimiento.
  • Solitud: conexión interior, autoconocimiento, calma, claridad mental.

La solitud, dice Montero y López Lena, es “la agradable sensación de estar a gusto con uno mismo”. No nace de la falta, sino de la presencia.

Y es un matiz decisivo. Porque muchas veces las personas se enganchan a cualquier interacción —incluso dañina— para evitar enfrentarse al ruido interno. En el trabajo también sucede: reuniones innecesarias, conversaciones superficiales, hiperactividad, incapacidad para desconectar.

En cambio, cultivar espacios de solitud mejora la regulación emocional, la toma de decisiones y la empatía. Es, paradójicamente, la antesala de las relaciones sanas.

Cómo integrar la soledad —y la solitud— en los programas de bienestar

Las empresas deben dejar de entender la soledad como un síntoma individual y empezar a verla como un indicador organizacional. Y lo peor: la soledad, además de provocar menor motivación, desconexión emocional del equipo, baja creatividad, peor clima laboral o el incremento de trastornos mentales, genera invisibilidad, lo cual hace más difícil detectar señales de alarma. En el barómetro, el 54,7% de jóvenes reconoce haber tenido problemas psicológicos en el último año. La falta de apoyo emocional y la ausencia de vínculos sólidos son parte del problema.

Aquí algunas claves para frenar los efectos de la soledad no deseada:

1. Fomentar vínculos reales, no reuniones infinitas

Las investigaciones de Montero y López Lena muestran que las redes de apoyo atenúan el impacto negativo de la soledad.
No se trata de “hacer más cosas”, sino de crear espacios auténticos de conexión.

2. Formar en habilidades socioemocionales

Hablar de emociones, pedir ayuda, comunicar límites, escuchar. Competencias que —según la literatura científica— reducen la sensación de aislamiento.

3. Normalizar la solitud como práctica saludable

Espacios de concentración real.
Políticas de desconexión digital.
Talleres de mindfulness basados en evidencia.
Tiempo para pensar sin interrupciones.

4. Medir la soledad

El Inventario Multifacético de Soledad diseñado por Montero y López Lena demuestra que lo que se mide, se puede intervenir.
Aplicarlo (o adaptar herramientas similares) en entornos laborales permitiría detectar riesgos temprano.

5. Naturaleza, descanso y restauración psicológica

La académica señala que las áreas verdes y el contacto con la naturaleza tienen un impacto directo sobre la salud mental.
Las empresas pueden incorporarlo: desde pequeñas zonas verdes hasta actividades outdoor.

6. Programas específicos para periodos sensibles

Navidad, teletrabajo prolongado, reincorporaciones, procesos de cambio. Momentos que requieren acompañamiento reforzado.

Del ruido al cuidado

La soledad no deseada no es un fallo individual. Tampoco un síntoma de fragilidad. Es una respuesta humana a la desconexión real o percibida, amplificada por un contexto hiperestimulado y poco introspectivo.

Frente a eso, la solitud aparece como una herramienta poderosa. No para aislarnos, sino para reconciliarnos con nosotros mismos antes de vincularnos con los demás.

Quizá el mayor reto de las empresas no sea combatir la soledad, sino dar permiso al silencio. Crear entornos donde las personas puedan parar, pensar, sentirse acompañadas y, también, acompañarse. Porque, como recuerda la propia Montero y López Lena: “Es necesario hacer esa conexión íntima consigo mismo para reforzar la solitud.”

Y porque ninguna organización puede permitirse perder talento por algo tan humano, y tan invisible, como la soledad.

Elena Carrascosa
Elena Carrascosa

Directora de Contenidos y experta en gestión de comunidades B2B. Desde 2019 impulsando Canal CEO, Barra de Ideas, Menudas Empresas y Mi Empresa es Saludable, comunidades especializadas en los territorios de Liderazgo, Gestión de Restauración, Bienestar Laboral y Gestión de Pymes con vocación de crecimiento.

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