Nuevos modelos de liderazgo: radiografía del jefe ideal

por | Mar 23, 2022

Luis Fernando Rodríguez, CEO de Watch&Act

La constante transformación de la sociedad y la evolución hacia un mundo más digitalizado obligan a las empresas a estar alerta ante los cambios y saber adaptarse a ellos. La llegada de la pandemia creó nuevas formas de relacionarnos y de trabajar que siguen vigentes hoy, y esto les ha forzado a replantearse sus modelos de gestión de equipos y su cultura empresarial. Lo emocional ha ganado posiciones, y las personas se han situado en el centro de la estrategia empresarial. Todo esto ha supuesto también un cambio de paradigma en los modelos de liderazgo. Conozcamos cómo sería la radiografía del buen líder de nuestros días.

El liderazgo empresarial ha evolucionado notablemente en los últimos años. De un modelo más autoritario y alejado de los empleados en los años precrisis de 2008, hemos pasado a otro mucho más transversal, basado en la comunicación y el cuidado de aspectos más emocionales, el empoderamiento de los equipos y la capacitación en nuevas competencias, sobre todo tecnológicas.

Estamos ante un proceso de humanización de las organizaciones, con jefes más empáticos, difuminados y comprometidos con sus equipos, donde se tienen en cuenta sus opiniones en la toma de decisiones y se valora su capacidad creativa e innovadora como principal impulsor de la productividad y competitividad de la empresa.

Esas empresas más humanas implican nuevas relaciones laborales y dar prioridad a crear un ambiente laboral que genere bienestar y compromiso, con el objetivo de lograr que los empleados se sientan parte importante del proyecto y mantengan la motivación y una buena salud psicosocial. Para cuidar estos aspectos es necesario apostar por un estilo de liderazgo capaz de generar modelos más integradores con las personas, de acompañamiento o coaching, con metodologías más flexibles y colaborativas.

Pero, ¿qué características debería tener hoy día el buen líder? Y no nos referimos solo al jefazo de la organización, sino también a los mandos intermedios, a jefes de equipo que tienen personal a su cargo. Para empezar, hablamos de alguien que en su día a día se rige por cinco prioridades básicas: escuchar, interpretar, actuar, aprender y mejorar. Es decir, les importan las personas: las escuchan, las observan para detectar síntomas y señales y tienen todo esto en cuenta en la toma de decisiones.

El buen líder pone en valor la calidad y complementariedad de las personas de su equipo, comparte con ellas experiencias y conocimientos para motivarlas e inspirarlas, tratando siempre de ser confiable y creíble. Sabe delegar y dar autonomía, impulsa siempre la innovación y la mejora continua, y es capaz de adaptarse a los cambios y ayudar a su equipo a transformarse.

El jefe ideal tiene claro de quién depende y a quién reporta. Tiene autoridad y es valiente en la toma de decisiones. Es planificador y exhaustivo, exigente y retador consigo mismo y con su equipo, pero siempre persiguiendo un propósito. Asume en primera persona las consecuencias cuando son negativas, y da visibilidad y reconocimiento al equipo cuando el trabajo realizado reporta un impacto positivo.

En lo que respecta al negocio, muestra una máxima orientación al cliente, que junto con el empleado es el elemento esencial de la organización, en torno al que giran la estrategia y los objetivos. Y además, tiene conocimientos digitales, y está capacitado para analizar e interpretar los datos y adoptar las decisiones más adecuadas para el buen funcionamiento de la compañía.

Hay cuatro cosas que nunca haría un buen líder: no ser valiente y no asumir riesgos, no prever y no anticiparse a las circunstancias, adoptar una actitud pasiva o reactiva, comportarse de forma rígida y enrocarse en sus propias ideas.

Por último, y como mención especial, el jefe de equipo perfecto es el que cuida, gestiona y fomenta el compromiso de los empleados, que es determinante en la consecución de los objetivos del negocio, y debe introducirse siempre como aspecto esencial en los modelos de gestión de personas.

El líder que responda a este perfil sin duda generará un ambiente saludable en su equipo, y este adecuado clima laboral se traducirá en empleados felices, profesionales eficaces y comprometidos y un trabajo de calidad que hará crecer a la compañía.

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