Menos cocina, más click: cómo frenar el deterioro alimentario de las nuevas generaciones desde la empresa

por | Jul 10, 2025

Pedir comida en lugar de cocinar ya no es un capricho: es un síntoma. Cada vez más jóvenes y adultos —especialmente millennials de entre 25 y 44 años— admiten que su alimentación ha empeorado debido al ritmo laboral.

Una tendencia que no solo afecta su salud individual, sino que también deja huella en la vida familiar y el bienestar en el entorno profesional. En pleno auge del food delivery y de jornadas sin tregua, cabe preguntarse: ¿qué papel pueden jugar los departamentos de bienestar laboral para revertir esta inercia?

Radiografía de un cambio de hábitos

Según el Estudio sobre Bienestar y Salud Laboral de Edenred y Savia, el 36,4% de los españoles afirma que su alimentación ha empeorado debido a la rutina diaria. Esta cifra alcanza niveles aún más alarmantes entre los millennials: el 44,2 % de los jóvenes entre 25 y 34 años y el 40,5 % entre 35 y 44 lo reconocen.

Esta generación, que sostiene en buena parte la vida familiar en España, se enfrenta a un entorno laboral inflexible y sobrecargado, que le deja poco margen para planificar, cocinar o compartir una comida en casa. Resultado: soluciones ultraprocesadas, pedidos constantes y un alejamiento progresivo de los fogones… y de la salud.

Sedentarismo en paralelo: cuando tampoco se puede mover el cuerpo

A la precariedad alimentaria se suma otra epidemia silenciosa: el sedentarismo crónico. El mismo estudio revela que uno de cada tres españoles no puede integrar ninguna forma de movimiento en su jornada laboral. El fenómeno es especialmente acuciante en comunidades como Comunidad Valenciana (42,4 %), Madrid (39,3 %), Cataluña (38,6 %) o Andalucía (38,0 %), donde se concentran los niveles más altos de inactividad física.

Flexibilidad, la palanca que sigue siendo un privilegio

La brecha entre lo que se desea y lo que realmente se tiene es evidente. Más de la mitad de los españoles (52,6 %) afirma que una mayor flexibilidad laboral mejoraría su salud y motivación, pero el 43,2 % sigue sin acceder a ninguna medida de conciliación.

Este dato es aún más preocupante si consideramos que el 57,6 % de los millennials jóvenes (25–34) cree que la flexibilidad podría ayudarles a cuidar mejor su alimentación, seguido del 56,3 % de la generación Z. Conciliar y comer bien, lejos de ser una opción generalizada, parece seguir siendo un lujo.

 ¿Qué pueden hacer las empresas?

La responsabilidad de cuidar la salud alimentaria de las nuevas generaciones no puede recaer solo en los hogares. Las organizaciones que realmente apuestan por el bienestar integral tienen hoy una gran oportunidad (y necesidad): activar políticas de sensibilización, educación y acceso a una alimentación más saludable desde el entorno laboral.

Aquí algunas propuestas que los departamentos de bienestar pueden implementar:

1. Programas de sensibilización y divulgación

Campañas internas, formaciones y contenidos que expliquen, con lenguaje cercano y datos contrastados, cómo la alimentación impacta en la energía, el foco y la productividad. Según la OMS, una dieta saludable puede aumentar la productividad laboral en un 20 %.

2. Talleres de batch cooking o cocina saludable

Sesiones presenciales o virtuales donde se enseñen recetas rápidas, equilibradas y adaptadas a la realidad de empleados con poco tiempo. El objetivo no es convertirlos en chefs, sino ayudarles a reconectar con el acto de cocinar como autocuidado.

3. Concursos y retos gamificados

Desafíos como “una semana sin delivery”, “5 cenas caseras en familia”, o “prepara tu lunch saludable” pueden fomentar una cultura más activa, participativa y comprometida con el cambio de hábitos.

4. Uso de apps y beneficios digitales

Fomentar el uso de apps que planifican menús saludables, como Nootric o MyRealFood, o explorar colaboraciones con plataformas como Wetaca (comida casera) integradas en beneficios como el Ticket Restaurant. Una forma de acercar la comida real sin cargar aún más la agenda.

5. Revisar los menús de comedor y vending

Si la empresa ofrece estos servicios, es momento de mirar con lupa qué opciones se ofrecen: ¿Hay alternativas equilibradas? ¿Qué porcentaje de empleados accede a fruta, verduras, opciones sin ultraprocesados? Una opción; el break saludable.

Comer bien también es un asunto empresarial

La salud comienza en el plato, pero ese plato también se decide —en parte— en la empresa. A medida que pedir comida gana terreno frente a cocinar, lo que está en juego no es solo una elección culinaria: es una alerta sobre el ritmo, las prioridades y los entornos que estamos creando.

Redaccion Mi Empresa es Saludable
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