El apagón eléctrico del pasado 28 de abril en España, que dejó sin servicio a millones de personas durante horas, fue grave. Pero quizás lo que más incidió en el bienestar de los profesionales fue el apagón informativo institucional durante las primeras seis horas. Mientras la ciudadanía buscaba respuestas, algunos rumores y la incertidumbre se propagaban.
Este hecho, más allá de su impacto técnico, deja una enseñanza valiosa para quienes lideran personas en las organizaciones: ¿qué pasa con el bienestar emocional cuando no hay comunicación? ¿Y si ese silencio ocurre dentro de una empresa?
Para los departamentos de bienestar, que hoy tienen la misión estratégica de cuidar la salud emocional y la confianza de sus equipos, el apagón ofrece un caso real para reflexionar… y actuar.
El riesgo del silencio
En una crisis, el vacío informativo no es neutral: se llena de suposiciones, temores y desinformación. Esto también sucede en las empresas cuando no se informa con transparencia ni se escucha con empatía. Según el estudio “Workforce Resilience 2023” de Deloitte, el 70% de los empleados considera que la falta de comunicación clara agrava su estrés laboral y erosiona su compromiso.
En el caso del apagón, los ciudadanos se sintieron desprotegidos. En el ámbito corporativo, los trabajadores pueden sentirse igual cuando, ante una reestructuración, un cambio tecnológico o una crisis interna, la empresa opta por el silencio o por mensajes impersonales.
Como explicaba Noemí Boza en el II Encuentro de Empresas Pioneras del Bienestar:
“La gente olvidará lo que dijiste, pero no cómo la hiciste sentir.”
La desconexión emocional comienza cuando no hay conexión comunicativa.
Enciende tu comunicación: buenas prácticas para un bienestar real
Los líderes y gestores de personas no solo gestionan procesos: gestionan confianza. En momentos críticos, esta es la hoja de ruta:
1. Comunicar pronto, aunque no se tenga toda la información
El silencio se interpreta como desinterés o incompetencia. Es preferible comunicar lo que se sabe —y lo que aún no— que dejar que la ansiedad crezca. Según McKinsey, las organizaciones que comunican de forma transparente durante una crisis mantienen un 30% más de compromiso emocional entre sus empleados.
2. Poner rostro y tono humano a los mensajes
No basta con circulares frías. La comunicación en momentos de tensión necesita empatía, cercanía y humanidad. Que hable la dirección, pero también los líderes intermedios.
3. Escuchar activamente
Abrir canales (formales e informales) para que los empleados puedan expresar dudas, miedos y necesidades. El simple hecho de ser escuchados reduce la percepción de inseguridad y mejora el bienestar emocional, según estudios de la Harvard Business Review.
4. Preparar a los líderes para gestionar emocionalmente las crisis
Formar a managers y responsables de equipos en comunicación emocional y psicología básica del cambio es clave para no dejar solos a los profesionales que están en contacto directo con las personas.
5. Convertir la comunicación en una cultura, no en una reacción
La comunicación preventiva —constante, coherente y accesible— construye resiliencia cultural. Las crisis no avisan: tener una cultura de escucha ya asentada es la mejor red de seguridad.
El bienestar no se improvisa, se comunica
Como profesionales en el ámbito del bienestar, el apagón del pasado 28 de abril debe llevarnos a una conclusión clara: el bienestar no se garantiza solo con medidas, sino también con mensajes. Y, sobre todo, con la certeza de que en tiempos de incertidumbre, la comunicación no es un extra: es un antídoto emocional.
La próxima vez que tu organización enfrente una situación compleja, recuerda:
“El bienestar empieza cuando las personas sienten que están siendo informadas, escuchadas y acompañadas.”